Nuestro Primer Estado
Habiendo escuchado atentamente al ministro, Jim comenzó a examinar su vida. La charla de intimidad con Dios tocó un nervio que reveló su necesidad interior. Durante la sesión de preguntas y respuestas, Jim no podía permanecer en silencio. Poniéndose en pie, explicó que hace muchos años, había entregado su vida a Jesús. Él dijo: “He hecho todo lo que debía hacer. He asistido a la iglesia, he sido fiel a la lectura de la Biblia y la oración y he dado dinero a mi iglesia. Sin embargo, rara vez he experimentado intimidad con Dios.