El Shemá

El Shemá

El Shemá

El Shemá, que se encuentra en Deuteronomio 6, es una afirmación simple y poderosa que se convirtió en una pieza central de la oración diaria de los antiguos israelitas. Desde la primera recitación del niño más pequeño hasta la confesión final del adulto mayor, el Shemá ha resonado de generación en generación. Le ha recordado al pueblo de Dios quién es el Señor del pacto y cómo responde fielmente el pueblo del pacto. Como el pequeño bastón que pasa de un corredor a otro, el Shemá se ha pasado a los hijos y nietos cuando están en la casa o fuera de casa, cuando están acostados o de pie (Deut. 6:7). Estas antiguas palabras han moldeado la identidad y las prácticas del pueblo de Dios a lo largo del tiempo.

Llamado así por la palabra de apertura (shemá, escuchar u obedecer), este breve pasaje representa el latido del corazón del libro de Deuteronomio. Presentado como el último sermón de Moisés, Deuteronomio no se dirige a la generación que experimentó la liberación de Egipto de primera mano como adultos. Más bien, se dirige a sus hijos y nietos que crecieron en el desierto y que pronto entrarían a la tierra prometida por Dios.

Como libro independiente, Deuteronomio es la bisagra que conecta el Pentateuco (los primeros cinco libros de la Biblia) con la narración de la historia de Israel (desde Josué hasta 2 Reyes). Mirando hacia atrás al Pentateuco, Deuteronomio es profundamente consciente de la fidelidad de Dios a la promesa que hizo a Abraham, Isaac y Jacob. Esa fidelidad se hizo particularmente obvia en el relato de la liberación de Israel del cautiverio, la provisión de Dios en el desierto, el pacto en el Sinaí y el compromiso constante de Dios con el pueblo incluso en medio de la infidelidad de ellos.

De cara al futuro, Deuteronomio prepara el camino para la historia que sigue: la entrada a la Tierra Prometida, la vida bajo jueces y reyes, la separación de Israel en dos naciones y, finalmente el colapso de ambos reinos. Construida sobre el lenguaje, las ideas clave y las convicciones teológicas de Deuteronomio, esta historia extendida de Israel mide la fidelidad de la comunidad del pacto a la luz del Shemá. Luchando persistentemente por amar totalmente al Señor y sin rival, el pueblo del pacto se tambalea entre servir solo al Señor y volverse a los dioses populares de su época. A pesar de varios avivamientos en los que el pueblo de Dios serviría momentáneamente al Señor sin rival, rutinariamente volvieron a caer en una lealtad dividida entre el Señor y otros dioses.

Entre un pasado que está lleno de testimonios de la fidelidad de Dios y un futuro que está lleno de seductoras atracciones y promesas de otros dioses, el Shemá llama al pueblo de Dios a amar al Señor de todo corazón. Sin embargo, antes de que el Shemá anuncie este llamado en el v. 5, afirma que el Señor es indivisible en su naturaleza (“el Señor es Uno”) y no tiene rival en la adoración (“El Señor es nuestro único Dios”) en el v. 4, basado en la naturaleza indivisible e inigualable del Señor, el Shemá llama a la gente a responder con lealtad indivisible y exclusiva amando al Señor con todo su corazón, toda su alma y todas sus fuerzas.

El bastón se ha seguido pasando fiel y alegremente de una generación a la siguiente. Ciertamente Jesús no lo soltó. Él lo transmitió fielmente a Sus seguidores cuando proclamo que el Shemá era el primero de los dos grandes mandamientos (Marcos 12:28-31). Hasta el día de hoy, seguimos recibiendo la confesión y el llamado del Shemá en nuestras vidas, y por la gracia de Dios, con alegría y fidelidad, lo transmitimos a las generaciones posteriores.

Tim Green es decano de la Escuela de Teología y Ministerio Cristiano Millard Reed y profesor de Teología y Literatura del Antiguo Testamento en la Universidad Nazarena de Trevecca en Nashville Tennessee, EE.UU.

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