Jacobo Arminio

Jacobo Arminio

Érase una vez, que la tradición wesleyana de santidad y nazarena era conocida como tradición wesleyana-arminiana, como Mildred Bangs Wynkoop relata en su libro Bases Teológicas de Arminio y Wesley (Beacon Hill Press de Kansas City, 1967). En muchos círculos nazarenos y de santidad la mitad wesleyana del nombre es sin duda más conocida, pero, por alguna razón, la parte arminiana se ha omitido. Pero cuando John Wesley comenzó a publicar su propia revista, la llamó The Arminian. ¿Quién era Arminio y cuál ha sido su legado entre las iglesias en las que ha influido, ya sea directa o indirectamente?

Jacob Harmenszoon (1559-1609), o Jacobo Arminio,[1] fue un teólogo holandés que participó activamente en la primera parte de la era posterior a la Reforma. Estudió teología reformada en Leiden, Marburgo, Basilea y Ginebra, donde fue alumno del sucesor de Juan Calvino, Teodoro de Beza. Después de su formación teológica, fue ministro en la Oude Kerk (Iglesia Vieja) en Ámsterdam durante 15 años. Luego, pasó los últimos seis años de su vida como profesor en la facultad de teología de la Universidad de Leiden.

Arminio es mejor conocido por su oposición a algunos aspectos de la teología reformada, especialmente las doctrinas reformadas o calvinistas de la predestinación incondicional y la gracia irresistible. En contra de la visión reformada predominante, Arminio enseñó que Dios da a todos una gracia a la que se pueden resistir, y que él elige a los creyentes, es decir, a las personas que no rechazan la fe  y la gracia salvadora de Dios. Aunque el pensamiento y los escritos de Arminio fueron prolíficos y de amplio alcance, es más recordado por sus enseñanzas sobre estos asuntos controvertidos relacionados con la predestinación y la gracia.

El pensamiento de Arminio ha tenido una profunda influencia entre los protestantes no calvinistas y anticalvinistas, desde los protestantes holandeses y los metodistas wesleyanos, hasta el Segundo Gran Despertar en Estados Unidos y el pentecostalismo global. Aquí me extenderé en tres puntos sobre su teología que han dado forma a todas estas trayectorias del pensamiento y la práctica cristiana.[2] 

1. Amor divino por la creación. Dios creó y ama a todas las personas con el propósito de salvarlas.

Primero que nada, Arminio enfatiza la teología de la creación. Arminio hace hincapié en que el acto de creación de Dios es la comunicación solo del bien, con la intención de hacer el bien a las criaturas. El acto de crear fue la primera demostración de la gracia gratuita de Dios. Los colegas reformados de Arminio no podían expresar el propósito de Dios de manera tan clara. En algunos relatos reformados, una gran parte de la humanidad fue creada con el propósito de la destrucción. Pero para Arminio, el deseo de Dios de salvar a "todas las personas" (1 Timoteo 2:4) se refiere a cada persona individualmente. Además, al dar libertad a la creación, Dios limita sus acciones hacia la creación. Arminio enfatizaba la autolimitación divina hacia la creación.

2. Elección condicional. Dios elige (decide) salvar a los creyentes.

La condición para la salvación es la fe penitente, y la condición para la condenación es la incredulidad. La diferencia entre la elección incondicional y la condicional se puede resumir con esta pregunta: ¿crees porque eres elegido (reformados), o eres elegidos porque crees (arminianos)?

3. Gracia resistible. La salvación es solo por la gracia, pero los humanos pueden resistir al Espíritu Santo.

Arminio creía que la gracia que es necesaria para la salvación puede ser rechazada. La fe que salva es un regalo de Dios. La gracia es necesaria en cada paso del camino. Para los reformados, Dios siempre elige a quién elige, pero su amor salvador es selectivo. Para Arminio, es posible que Dios no tenga a todos los que quiere, pero su amor salvador es universal. Para Arminio, la salvación, desde la perspectiva humana, es básicamente negarse a resistir la gracia de Dios.

Hay muchos aspectos del legado de Arminio que han perdurado a lo largo de los siglos, y algunos temas fundamentales son compartidos por casi todos los miembros de la comunidad arminiana o de inclinación arminiana. Estos aspectos no fueron inventados por Arminio; sus raíces están profundamente arraigadas en la historia del pensamiento cristiano. Los temas en sí mismos no son peculiares del arminianismo. Más bien, la interpretación y el énfasis que reciben los hacen destacar como arminianos. Al menos en la teología protestante, estos elementos se combinan para formar una tradición teológica distinta, ya sea en la trayectoria protestante liberal (por ejemplo, los remostrantes y algunas partes de la Iglesia Anglicana y la UMC), o en la trayectoria de expresiones wesleyanas y evangélicas más conservadoras (las tradiciones de santidad, incluidos los nazarenos).

1) Bondad de Dios

Los arminianos siempre han enfatizado la bondad como uno de los atributos fundamentales de Dios. Si, como la teología reformada parece indicar, Dios ha decretado la caída de la humanidad de tal manera que no era posible que no sucediera, si ha creado a seres humanos a quienes nunca otorgará una gracia salvadora (aunque podría hacerlo si así lo quisiera), y si ha creado a los réprobos para que pequen y sean destruidos eternamente, entonces a los arminianos les parece que Dios es directamente culpable del mal. Para Arminio, debido a que Dios es la fuente de todo bien, el acto de creación de Dios es la comunicación solo del bien y está destinado para el bien de las criaturas. Según Arminio, para una teología sana, es necesario tener una visión adecuada de la bondad de Dios.

2) Gracia divina y libertad humana

Como corolario del énfasis arminiano en la bondad de Dios, los arminianos también afirman la compatibilidad entre la gracia divina y la libertad humana. Para los arminianos, la libertad humana no amenaza la soberanía de Dios. En asuntos relacionados con la salvación, los humanos conservan la libertad de recibir o resistir la gracia que lleva a la fe salvadora. Los arminianos, como los wesleyanos, afirman la libertad de elección en general y en lo que respecta a la salvación. La gracia y la libertad van de la mano, pero los arminianos están mucho más interesados en proteger la soberanía y la prioridad de la gracia, que en exaltar una supuesta libertad humana autónoma. 

3) Santificación y buenas obras

Otra característica del arminianismo es su énfasis en la santificación y la necesidad de continuar en las buenas obras de fe y amor. Para Arminio, la "justicia original" que se perdió en la caída por el pecado, es reemplazada en el regenerado por una justicia renovada. La santificación es lo que Dios obra en Su pueblo, haciéndolos santos y justos. Para Juan Wesley, la meta de ese crecimiento es la entera santificación o perfección cristiana Los wesleyanos posteriores están de acuerdo en que las buenas obras son una consecuencia inevitable de la regeneración. Este énfasis en las buenas obras, por supuesto, implica evitar el pecado y vencerlo, con la ayuda del Espíritu Santo de Dios.

4) Tolerancia y ecumenismo

Los grupos arminianos a menudo han estado en la vanguardia de la tolerancia religiosa y el ecumenismo cristiano. Teológicamente, la voluntad salvífica de Dios tiene un alcance universal, por lo que el reconocimiento de la verdad en otras denominaciones y religiones tiende a la inclusión. Sociológicamente, los grupos arminianos, ya que han surgido en contextos dominados por la teología reformada, a menudo han sido víctimas de la marginación y la persecución, una circunstancia que los lleva a pensar más profundamente sobre la tolerancia y a abogar por ella. El movimiento wesleyano comenzó con un énfasis en la tolerancia, lo que el propio Wesley llamó un "espíritu católico". Juan Wesley predicó el amor y el respeto hacia otros cristianos. 

Como pastor y teólogo, Arminio fue receptor de una larga y venerable tradición cristiana, y aplicó esa antigua sabiduría a nuevas situaciones. Ojalá nos esforzemos por hacer lo mismo. El énfasis que Arminio puso en la gracia que coopera con el libre albedrío humano, su doctrina de la providencia, su insistencia en el amor santo de Dios por toda la creación y su deseo de volver a lo básico del cristianismo como fundamento de la unidad cristiana, son mensajes que todavía necesitamos hoy. 

Keith Stanglin es director ejecutivo del Centro de Estudios Cristianos, profesor de Teología Histórica en la Harding School of Theology; ministro de la Iglesia de Cristo University Avenue en Asbury, Kentucky.

 

[1] Los estudios más antiguos de lengua inglesa sobre Arminio siguieron la larga tradición de traducir Jacobus como "Santiago".

[2] Para saber más sobre la biografía de Arminio, así como sobre su teología y legado, y su influencia en la historia posterior de la teología, vea el libro de Keith D. Stanglin y Thomas H. McCall, Jacob Arminius: Theologist of Grace (Nueva York: Oxford University Press, 2012). y el libro de Thomas H. McCall and Keith D. Stanglin, After Arminius: A Historical Introduction to Arminian Theology (New York: Oxford University Press, 2021).

Public

Similar news

Oct, 24, 2025
Oct, 24, 2025
Oct, 24, 2025