La Poderosa Búsqueda de la Gracia

La Poderosa Búsqueda de la Gracia

La Poderosa Búsqueda de la Gracia

Hace casi tres décadas, yo no había entendido la Gracia de Dios de la forma en que reconozco su poder en mi vida ahora. La presencia misteriosa y protectora de este favor inmerecido de Dios que nos busca, transforma y permanece, es tanto atrayente como cautivadora. La Palara de Dios ha sido el canal principal para una comprensión fundamental de la gracia de Dios y su misterioso funcionamiento, pero además, mi familiaridad con obras literarias me ha traído a un nivel de conocimiento erudito sobre las obras de la gracia.

John Milton, el poeta puritano inglés del siglo XVII, reconstruye la historia bíblica de la Caída en su poema épico El Paraíso Perdido (1667). Un estudio cuidadoso de la obra organizada en 12 libros, revela el énfasis de Milton en el triunfo de la bondad de Dios sobre el mal y el papel de la gracia preveniente de Dios en la salvación de la humanidad a través de Jesucristo. En los primeros 10 libros, Milton dramatiza la creación perfecta de Dios y los eventos que llevaron a la desobediencia y caída de Adán y Eva. El Libro X termina con Adán y Eva confesando su pecado, cayendo postrados y, “con lágrimas regando la tierra” (1101-2), con remordimientos pidiendo perdón. Luego, el comienzo del Libro XI marca el énfasis en la gracia Preveniente:

Penetrados de un profundo arrepentimiento, permanecían arrodillados

rogando nuestros padres en la más humilde postura; porque habiendo

descendido desde el alto trono de la misericordia, la gracia preveniente había disipado

el endurecimiento de sus corazones y hecho crecer en su lugar

una nueva carne regenerada[1]

En esencia, la gracia preveniente faculta a Adán y Eva para que se arrepientan de su pecado cuando están a punto de ser desterrados del Paraíso. En “The Theology of Freedom in Paradise Lost,”  (La Teología de la Libertad en el Paraíso Perdido), Benjamín Myers escribe: “El hecho que Eva y Adán se arrepientan después de todo lo que ha sucedido, da testimonio de la intervención de la gracia de Dios”. Myers enfatiza que el concepto de gracia preveniente “es fundamental para la teología de la conversión en el Paraíso Perdido”[2] (220-21). La gracia preveniente otorga a Adán y Eva el poder de arrepentirse y aceptar el plan de salvación eterna de Dios a pesar de las consecuencias terrenales de su desobediencia.

“El Sabueso del Cielo” de Francis Thompson (1893) es un poema alegórico, una inquietante obra de ingenio que se centra en el intento inútil del poeta huyendo de la búsqueda implacable de Dios para redimirlo. Empleando una atrevida metáfora, Thompson retrata a Dios como un sabueso, pero del cielo, cuya gracia nunca abandona a un alma descarriada en el camino de la ruina total. La gracia divina sigue al fugitivo “por los arcos de los años”, “por los caminos laberínticos” y “en la niebla de las lágrimas”. Al final de esa  larga persecución, escucha “Esa voz me ronda como un mar desbordante”.

. . . . ‘¡Levántate, estrecha mi mano y ven!’ . . . .

‘¡Ah, más tierno, más ciego, el más dócil,

¡Soy yo el que tú buscas!’[3]

Después de la muerte de su madre en los días de su juventud, Thompson se volvió adicto al opio y cayó en una mala vida en las calles de Londres. Hambriento y enfermo, estuvo al borde del suicidio cuando una prostituta se hizo amiga de él, lo cuidó y lo influenció para que escribiera poesía. Por extraño que parezca, la amabilidad de la prostituta ayudó a Thompson a regresar al camino de la transformación. En un sermón de 2007 predicado en la capilla de la Universidad de Duke, el reverendo Sam Wells hizo referencia al poema de Francis Thompson y dijo: “No hay otra palabra en el vocabulario cristiano para la publicación de ese poema sino providencia, y no hay otras palabras en el léxico teológico para el ministerio de aquella ramera más que Espíritu Santo”[4] (Párr. 7) Tales encuentros, aunque extraños, hablan conmovedora y poderosamente del papel de la gracia preveniente en la obra de redención de Dios.

Del mismo modo, “Cuento de Navidad” de Charles Dickens es una creación literaria brillante que me ha fascinado con sus trasfondos teológicos de gracia. De una manera sutil pero extraña y grotesca, Dickens retrata el poder de la gracia para transformar a un avaro Scrooge, al amor y las buenas obras.

Publicada alrededor de la Navidad de 1843, Dickens escribió la novela principalmente para exponer los males sociales de la época, especialmente la codicia de la clase alta, traficantes de dinero, y la vida empobrecida de la clase trabajadora de la sociedad inglesa posindustrial. Al colocar su trama en el contexto de la temporada navideña, Dickens se propuso revitalizar los temas del amor y los actos de caridad que personificaba la temporada. Sin embargo, la narrativa ficticia de Dickens es también una parábola conmovedora de la transformación individual ante el poder de la gracia preveniente.

Dickens crea a Ebenezer Scrooge, un personaje antitético, retratándolo como un banquero autoengañado, indiferente y malhumorado que no puede ser disuadido por los problemas de otras personas hasta que tres espantosos visitantes lo encuentran más tarde, en Navidad. De Hecho, el pasado difícil y doloroso de Scrooge lo ha endurecido para ser un “hombre frío y solitario”. Dickens presenta a Scrooge por adelantado:

¡Ay, pero qué agarrado era aquel Scrooge! ¡Viejo pecador avariento que extorsionaba, tergiversaba, usurpaba, rebanaba, apresaba!Duro y agudo como un pedernal al que ningún eslabón logró jamás sacar una chispa de generosidad; era secreto, reprimido y solitario como una ostra. La frialdad que tenía dentro… Jamás le paraba nadie en la calle para decirle: Mi querido Scrooge, ¿cómo está usted?... Hasta los perros se escapan de él… pero a Scrooge, ¿qué le importaba? Eso era precisamente lo que le gustaba.[5]

Scrooge rechaza cualquier cortesía navideña o acto caritativo con un “¡Bah, Patrañas!”, una expresión de desaprobación y desprecio. Abusa de Bob Cratchit, su trabajador y pasivo  empleado, y no siente respeto ni simpatía por su pobre familia ni por su hijo enfermo, el Pequeño Tim. Las interacciones de Scrooge con Fred, su sobrino persistente y de buen corazón, demuestran que Scrooge ve la Navidad como una farsa y solo otra excusa para que la gente gaste dinero. Sin embargo, año tras año, Fred invita a Scrooge a la cena de Navidad, porque dice: “Todos los años quiero darle la oportunidad tanto si le gusta o no, porque lo compadezco”[6] (Dickens 62). Scrooge rechaza a los hombres que vienen a recolectar caridad, porque no es asunto suyo interferir en la vida de los demás.

La trama toma un giro extraño y siniestro en esa Navidad cuando el fantasma de Jacob Marley visita a Scrooge en un sueño en forma de tres espíritus: el espíritu de la Navidad pasada, el espíritu de la Navidad presente y el espíritu de la Navidad futura. Cuando comienza la historia, Jacob Marley, el antiguo socio comercial y compañero de Scrooge, también su doble literario, está muerto. La vida malvada de Marley en la tierra parece haberlo enviado al infierno, pero su fantasma ha venido a recordarle a su socio comercial vivo que escape de un destino condenado, porque dice: “Esta noche estoy aquí para advertirte que aún te queda una oportunidad para escapar de un destino como el mío… Serás perseguido por Tres Espíritus” (24).

El Primer Espíritu, el de las Navidades Pasadas, imponente y rebosante de luz, lleva a Scrooge a sus días pasados: sus tiempos más felices y peores, y su amor perdido Belle, con su familia. Incapaz de soportar algunas de las escenas, Scrooge intenta apagar la luz que emerge del Espíritu antes que salga. Sin mucha demora, aparece el segundo Espíritu, el de la Navidad Presente, muestra a Scrooge escenas de celebraciones navideñas y reuniones por todas partes, incluidas las Navidades de Bob y Fred respectivamente. Scrooge se ha mantenido alejado de la feliz ocasión todos estos años mientras vivía en su tacañería. Sin embargo, a estas alturas, Scrooge parece haberse vuelto sumiso y “no era el Scrooge obstinado que había sido” (48).

El tercer espíritu, el de la Navidad futura, lleva a Scrooge a una escena funeraria, donde unos hombres de negocios discuten sobre el dinero que dejó el muerto, sin nadie para disfrutar las pertenencias del difunto. Mientras los dos viajan, Scrooge prevé su propio espantoso futuro que lo hace “estremecerse y sentir mucho frío”, y le dice al Espíritu: “Este lugar es horrible. Después de salir de aquí no olvidaré la lección, creéme. ¡Vámonos!” (77). Continuando con el viaje, el Espíritu lleva a Scrooge a un cementerio abandonado y Scrooge ve la que sería su propia lápida con su nombre si siguiera viviendo como antes. Cayendo al suelo, Scrooge ruega: “¡Espíritu bueno!”, continuó, “Tu benevolencia intercede en mi favor y me compadece. ¡DIme que todavía puedo modificar estas sombras que me has mostrado si cambio mi vida! (84). De ahora en adelante, los lectores conocerán a Scrooge en el camino hacia la transformación y las buenas obras.

Entendido  desde una perspectiva cristiana, Scrooge es un hombre común con diversos grados de miseria pero transformado por el poder de la gracia. No solo eso, como parábola espiritual, Bob, el Pequeño Tim, Fred y los tres Espíritus son representaciones simbólicas de la gracia preveniente que influye en Scrooge en su viaje hacia adelante.

La redención de Adán y Eva, la transformación de Thompson, la transformación de Scrooge y cada una de nuestras singulares iniciaciones a la salvación, establecen que la administración de la gracia de Dios es imparcial y no depende de la posición social, la riqueza o la educación de una persona, ni depende de la enormidad de los pecados pasados de una persona. Dios es rico en misericordia (Efesios 2:4) hacia cualquiera que esté dispuesto a venir a Él en cualquier etapa de la vida y da abundantemente gracia a los humildes (Santiago 4:6), porque la gracia es el elemento redentor del amor de Dios. Al mismo tiempo, las formas en que las personas responden a la obra de la gracia son contextuales y una cuestión de elección, porque solo la gracia preveniente tiene el poder de discernir la madurez del corazón de cada persona hacia la salvación.

Cuanto más reflexiono sobre la inconmensurable provisión de la gracia de Dios, más convincentes son las palabras del conocido himno de William Rees:

Aquí está el amor, vasto como el océano,

Bondad amorosa como una inundación. . .

Gracia y amor como ríos poderosos

Se derraman incesantemente desde arriba

Y la paz y justicia perfecta del cielo

Besaron con amor a un mundo culpable.       

La gracia precedente de Dios nos encuentra a cada uno de nosotros en la encrucijada de nuestras vidas y nos permite creer en el sacrificio expiatorio de Cristo, redimiéndonos así de las profundas cicatrices de esas tendencias humanas pecaminosas que podrían habernos moldeado (Efesios 1:7). Equipa nuestros corazones con el poder para la renovación y santificación diaria (Romanos 12:1-2). Y en el poder de la abundante gracia de Dios, nosotros también podemos decir como el apóstol Pablo: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy” (1 Corintios 15:10).

Shanti Thomas es editora ejecutiva Senior/Escritora del Centro de Ministerio Global de la Iglesia del Nazareno.

Holiness Today, Septiembre/Octubre 2020.

 

[1] John Milton, Paraíso Perdido, Libro XI, líneas 1-4 http://knarf.english.upenn.edu/Milton/pl11.html.

[2] Benjamín Myers, “The Theology of Freedom in Paradise Lost” (La Teología de la libertad en el Paraíso Perdido) (Tesis Doctoral, Universidad James Cook, 2004) . https://researchonline.jcu.edu.au/1157/2/02whole.pdf.

[3] Francis Thompson, “El Sabueso del Cielo”, (Chicago, Universidad Loyola, Impreso, 1970), 157-181

[4] Sam Wells, “El Sabueso del Cielo” (Sermón en la capilla, Universidad de Duke, 16 de Septiembre 2007

https://chapel-archives.oit.duke.edu/documents/sermons/Sept16TheHoundofHeaven_000.pdf.

[5] Charles Dickens, A Christmas Carol (Cuento de Navidad), (Londres Chapman & Hall, 1843), 8,

https://www.ibiblio.org/ebooks/Dickens/Carol/Dickens_Carol.pdf.

[6] Dickens , A Christmas Carol (Cuento de Navidad),”, 62. (De aquí en adelante solo se citan los números de página de la fuente en inglés, para las citas del texto)

 

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