¡Vuka!

¡Vuka!

¡Vuka!

Recientemente hablé con un grupo de pastores en Kwa-Zulu Natal (KZN), Sudáfrica, sobre la volatilidad, la incertidumbre (uncertainty), la complejidad y la ambigüedad. En conjunto, estas palabras describen el cambio constante e impredecible que prevalece en la cultura y se representan comúnmente con el acrónimo VUCA (por su iniciales en inglés) . Mi conversación con los pastores se produjo casi exactamente un año después del saqueo y el levantamiento político del 12 de julio de 2021 en Sudáfrica. En ese día, los manifestantes se opusieron al estado de derecho y casi cuatrocientas personas murieron. Abrí la presentación preguntando qué entendía la audiencia por la palabra vuka, que suena igual que el acrónimo antes mencionado. Sin embargo, en Zulú, la palabra vuka significa “despertar”. Para los lugareños, vuka implica preparación y “estar alerta”. Porque ¡Vuka! Y VUCA comparten la misma pronunciación, procedí a encontrar una conexión útil que se adaptara al contexto.

Aquí también, puede ser útil ver la conexión entre estar alerta y despierto en un entorno global que es volátil, incierto, complejo y ambiguo. Más concretamente, la pregunta es si los discípulos de Cristo del siglo XXI ¿pueden permanecer alerta y despiertos para cada oportunidad de dar gracias en tiempos de incertidumbre y volatilidad?. ¿Podemos ser verdaderamente el Cuerpo de Cristo y “levantarnos” para dar gracias en un ambiente VUCA?

El acrónimo VUCA se utilizó por primera vez en los EE.UU. a fines de la década de 1980 después del desmantelamiento de la guerra fría y el colapso del socialismo en la URSS[1] (ahora Rusia). El entendimiento generalizado que se estableció inmediatamente después de la Guerra Fría y que parece prevalecer en la actualidad, es que el potencial daño, angustia y destrucción repentinos e inesperados puede surgir de los mismos vecindarios y entornos que nos rodean. La imprevisibilidad, el peligro imprevisible ahora ya no residen en lo que alguna vez fue un punto crítico geográfico identificable para las defensas nacionales en diferentes partes del mundo. El peligro real y presente de los principales disruptores en la comunidad global ha sido descrito por estrategas políticos/militares y especialistas en liderazgo bajo la frase colectiva: “vivir en un entorno VUCA”.[2] En la última década, la frase también se ha utilizado ampliamente en los sectores económicos e industriales.

A medida que el mundo se involucra en la cuarta revolución industrial, la idea de vivir en un entorno VUCA merece una respuesta firme centrada en Jesús por parte de la comunidad de fe global. En tiempos de problemas y volatilidad, la iglesia debe ofrecer un santuario. En tiempos de incertidumbre, la iglesia debe apacentar los corderos de Cristo. En tiempos de complejidad, la iglesia debe ser la voz de Cristo para proclamar la sencillez de la Buenas Nuevas. En tiempos de dudas y noticias falsas, la iglesia debe presentar la verdad que rompe las sombras cambiantes de la ambigüedad y deja el rebaño de pie en la luz pura del Buen Pastor. Si el Cuerpo de Cristo en la tierra no puede ofrecer fácilmente vida y sustento en el altar y en la Mesa del Señor, trayendo de nuevo así vida por Su Espíritu, en estos tiempos VUCA, para qué diríamos entonces: “Recordamos que Cristo murió por nosotros y  estamos agradecidos”?

Los creyentes de Tesalónica vivían en lo que percibían como tiempos finales de la vida en la tierra. Hoy en día, algunos pueden incluso tener la tentación de llamarlo tiempos VUCA. Es de conocimiento común entre las personas bíblicamente alfabetizadas (usualmente seguidores de Cristo) que las cartas de Tesalónica abordaron el tema de la iglesia ¡manteniéndose alerta y despierta mientras trabaja en el mundo!. Aunque su expectativa sonaba sombría, el apóstol Pablo reconoció en la iglesia de Tesalónica la fe, el amor y la esperanza.

“Los recordamos constantemente delante de nuestro Dios y Padre a causa de la obra realizada por su fe, el trabajo motivado por su amor y la constancia sostenida por su esperanza en nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 1:3, énfasis añadido).

En la continuación de la carta a los creyentes de Tesalónica, Pablo escribe de nuevo:

“Hermanos, siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes, como es justo, porque su fe se acrecienta cada vez más y en cada uno de ustedes sigue abundando el amor hacia los otros”. (2 Tesalonicenses 1:3, énfasis añadido).

Pablo ofrece razones por las cuales los líderes de la iglesia primitiva deberían “siempre dar gracias a Dios” por los tesalonicenses y por qué “es justo” hacerlo. La iglesia estaba viviendo tiempos de incertidumbre y volatilidad. El pueblo de Dios se enfrentó al desafío de discernir la verdad de la ambigüedad y una multitud de otras complejidades teológicas. Sin embargo, sus “obras de fe” y “trabajo de amor” unos por otros iban en aumento. Esto impactó el trabajo de la iglesia en el mundo y como tal influyó en el testimonio del pueblo de Dios como aquellos que vivían en un estado de acción de gracias perpetua a través de la humildad. La fe y el amor son los sellos distintivos de un discipulado saludable, y es por eso que Pablo elevó a los tesalonicenses entre otras iglesias.

En el tiempo entre la primera y la segunda carta a los Tesalonicenses, la acción de gracias por su amor y fe, que había comenzado fuerte ahora se desvaneció. En la segunda carta, la “paciencia en la esperanza” se ha desvanecido, por lo que Pablo no habla de eso. La carta nos pide en este mundo VUCA que tomemos nota de que lo que faltaba entonces y ahora en nuestro mundo, es “paciencia en la esperanza”. La esperanza se evapora cuando no damos las gracias. La esperanza se desvanece cuando no hacemos una pausa y recordamos lo que el Señor ha hecho. En otro lugar, Pablo escribió: “Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:16-18).

Otros han optado por decirlo así:

“¡Cuando combatido por la adversidad creas ya perdida tu felicidad, mira lo que el cielo para ti guardó, cuantas las riquezas que el Señor te dio !”[3]

En pocas palabras diría que cuando dejamos de dar gracias por no recordar las cosas que Dios ha hecho, comenzamos a perder la esperanza. Cuando perdemos la esperanza como creyentes, la obra de la fe cesa. Cuando la fe deja de funcionar, el amor ya no trabaja para buscar lo mejor para los demás y la vida comunitaria se paraliza. Cuando cesa la acción de gracias, se pierde la esperanza. Cuando se pierde la esperanza las obras de fe y amor pronto se atrofian. Es el momento en que los entornos se vuelven volátiles, inciertos, complejos y ambiguos que debemos hacer lo que el pueblo de Dios hizo una y otra vez, debemos decir:

“Prefiero recordar las hazañas del Señor, traer a la memoria sus milagros de antaño. Meditaré en todas tus proezas; evocaré tus obras poderosas. Santos, oh Dios son tus caminos; ¿qué dios hay tan excelso como nuestro Dios?“ (Salmos 77:11-13)

Gabriel Benjiman actualmente se desempeña como Coordinador Regional de Educación y Desarrollo Pastoral para la Iglesia del Nazareno en África.


[1] El acrónimo fue empleado por primera vez por el ejército de EE. UU. en 1987 al final de la Guerra Fría para describir un nuevo orden mundial: Centro de Educación y Herencia del Ejército de EE. UU., “¿Quién originó primero el término VUCA (Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad)? ”, U.S. Army Heritage and Education Center, última modificación el 7 de mayo de 2019, https://usawc.lib (consultado en julio de 2022).

[2] ibid.

[3] Johnson Oatman (1897), “When upon life's billows you are tempest tossed,” ("Cuando combatido por la adversidad"), https://hymnary.org/text/when_upon_lifes_billows_you_are_tempest.

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