Grandes Oraciones del Nuevo Testamento: Juan 11:41-43

Grandes Oraciones del Nuevo Testamento: Juan 11:41-43

Grandes Oraciones del Nuevo Testamento: Juan 11:41-43

Una de las grandes oraciones del Nuevo Testamento se encuentra en Juan 11, cuando Jesús resucitó a Lázaro: “Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Ya sabía yo que siempre me escuchas, pero lo dije por la gente que está aquí presente, para que crean que Tú me enviaste”.

No es de sorprender que Jesús orara en la tumba de Lázaro. De hecho, muchas personas oran cuando están ante la tumba de un ser querido. Hay algo en la muerte que aquieta las conversaciones mundanas de la vida. En el silencio que sigue, los pensamientos sobre la mortalidad a menudo encuentran expresión en la oración al Dios eterno. Aunque Jesús lloró en la tumba de su amigo Lázaro, su oración demostró que la muerte no tenía ni tendría la última palabra, ni en ese entonces ni nunca para aquellos que creen en Jesús.

 

“Padre”

 

Jesús enseñó a sus discípulos a dirigirse a Dios cuando oraban como “Padre nuestro”. Pero cuando Jesús oraba, se refería a Dios simplemente como “Padre”, resaltando la intimidad y la familiaridad de su relación. Lucas escribió: “Jesús se apartaba a lugares solitarios y oraba” (Lucas 5:16). En Juan 11, la oración de Jesús reveló la intimidad que resulta del hábito de pasar un tiempo significativo juntos en comunicación. Las oraciones más grandes y efectivas no son el resultado de frases y palabras elaboradas; en cambio, son el resultado de una relación íntima y vibrante de confianza entre los hijos de Dios y su amoroso Padre Celestial.

 

“Te doy Gracias”

 

La oración de Jesús en la tumba de Lázaro no fue una oración de petición, como uno podría esperar. En cambio, fue una oración de agradecimiento. Jesús agradeció a Dios que lo hubiera escuchado (v. 41). Al leer esta oración, uno no puede evitar la impresión de que Jesús ya le había pedido a su Padre que le devolviera la vida a Lázaro. Sin embargo, no leemos en ninguna parte que Jesús realmente le haya pedido a Dios que resucitara a Lázaro. La confianza de Jesús en la respuesta de Dios a su oración es un claro indicador de que Jesús entendió su acción como un reflejo de la voluntad de Dios. Anteriormente, Jesús declaró que “El Hijo no puede hacer nada por si mismo, sino lo que ve hacer a su Padre” (Juan 5:19). Cuando nuestras oraciones se alinean con la voluntad de Dios, también nosotros podemos orar con un corazón confiado y agradecido de que Dios escuchará y responderá nuestra oración conforme a su voluntad.

 

“Lo dije para beneficio de la gente que está aquí”

 

Jesús oró en voz alta para el beneficio de las personas que lo escuchaban, pero no estaba “haciendo alarde” para impresionar a sus oyentes o ganar su aprobación. Más bien, la oración de Jesús buscaba atraer a sus oyentes a la intimidad de su propia relación personal con Dios Padre. Además, Jesús entendió que la oración se enseña no solo a través de explicaciones sobre la oración, sino modelando cuidadosamente la oración en la vida cotidiana del líder. Por lo tanto, Jesús oró públicamente para el beneficio de quienes lo escuchaban. Jesús sabía que sus seguidores podían beneficiarse de sus oraciones para aprender cosas valiosas sobre la vida y el pensamiento de su Maestro. Cuando las personas escuchan nuestras oraciones ¿Qué verdades aprenden acerca de nuestra fe y nuestra relación con Dios? ¿Aprenden la importancia de la obediencia y la sumisión a la voluntad y los propósitos de Dios? Jesús no solo enseñó acerca de la intimidad con Dios junto con la obediencia y la sumisión a la voluntad de Dios, sino que modeló estas cualidades en su vida y sus oraciones, incluso en esta oración en la tumba de Lázaro.

 

“Para que crean que Tú me enviaste”

 

Jesús también oró para que la gente creyera que Dios lo había enviado. La resurrección de Lázaro, que llevaba cuatro días muerto, fue sin duda uno de los mayores milagros de Jesús. Sin embargo, Jesús desvió la gloria de si mismo hacia Dios. Jesús insistió en que no hizo nada por si mismo, sino solo en plena obediencia a la voluntad de su Padre. Al creer en Jesús, la gente fue capacitada para creer en Dios, quien lo envió para cumplir la voluntad de Dios. A través de esta oración, Jesús vinculó sus obras milagrosas directamente con Dios. De esta manera, Marta y todos los demás pudieron ver la gloria de Dios a través de la resurrección de Lázaro y así creer en Jesús para ser salvos.

 

“Lázaro, sal fuera”

 

El clímax de este pasaje ocurre cuando Jesús llamó en voz alta a Lázaro para que saliera de la tumba (11:43). La orden a Lázaro no era parte de la oración audible de Jesús, pero fue el resultado explícito de la oración de Jesús de sumisión a la voluntad de Dios. Y Lázaro cobró vida, y salió caminando de la tumba.

Anteriormente, Jesús dijo: “les aseguro que ya viene la hora, y ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán” (Juan 5:25). No debemos pasar por alto que Jesús llamó a Lázaro específicamente por su nombre para que saliera de la tumba. De lo contrario, ¡Quizás todas las tumbas habrían entregado a sus muertos a la vida de resurrección! Obviamente, este no era todavía el propósito de Jesús. Pero ese Día se acerca cuando Jesús llamará a todos sus hijos a casa.

 

 

Dan Powers es profesor en el Nazarene Bible College.

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