Bendecido con un Propósito
Como el hermano mayor de la familia, recuerdo varios casos en los que sentí celos de mi hermano menor. Puede que haya sido por un juguete nuevo que había recibido, o por lo que yo percibía como un trato privilegiado. Como la mayoría de los niños, las percepciones y las injusticias suelen estar empañadas por deseos egoístas.
Las disputas entre hermanos se remontan a tiempos tan lejanos como los de Caín y Abel; Isaac e Ismael; José y sus hermanos, e incluso Efraín y Manasés. En la escritura de hoy, vemos la historia de Jacob y Esaú, que inició en el vientre de su madre. En Génesis 25:22, después de experimentar la incomodidad de dos niños luchando en su vientre, vemos a Rebeca proclamar al Señor: "¿Por qué me pasa esto a mí?
En el versículo 23, el Señor le dice a Rebeca:
"Dos naciones hay en tu seno; dos pueblos se dividen desde tus entrañas. Uno será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor"
Esaú, el mayor por unos segundos, entró en el mundo con su hermano menor Jacob, agarrado fuertemente de su talón (Gn. 25:26). Su historia está llena de giros y sorpresas como para hacer una película taquillera.
Es fácil ver las complejidades y la disfunción familiar en el hogar de Isaac. A pesar de salir primero del vientre materno, el plan de Dios siempre fue eludir la primogenitura de Esaú y favorecer a Jacob. Antes que Jacob recibiera la bendición de Isaac (Génesis 27:25-29), Jacob, con la ayuda de su madre, quería asegurarse de recibir la bendición de su padre. Así que la consiguió aprovechándose de la mala vista de su padre y engañándolo, haciéndolo creer que era Esaú.
La bendición recibida no fue una bendición ordinaria, sino una de gran herencia e implicaciones futuras para los israelitas. Dado el escenario, puede resultarnos difícil procesar e incluso comprender el propósito de Dios en este caso. ¿Cómo podría considerarse una bendición o incluso una promesa, si fue obtenida mediante engaño? Aunque sea difícil de entender, la promesa hecha a Rebeca mientras estaba embarazada se cumplió.
Dios ya sabía que Jacob pecaría. No queremos aprobar el comportamiento de Jacob y Rebeca. Hay consecuencias que vienen con el pecado. En el caso de Jacob, tuvo que huir porque su hermano quería matarlo. Rebeca también fue puesta en una difícil situación en la que potencialmente podría perder a sus dos hijos.
El propósito de Dios es perfecto. Como humanos, puede que no necesariamente veamos el alcance total del plan de Dios en nuestras vidas, sin embargo, en Romanos 8:28 se nos recuerda esta verdad absoluta:
Ahora bien, sabemos que Dios dispone tolas cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
La esperanza que tenemos en nuestro Señor es que él puede usar nuestras circunstancias para su plan bueno y perfecto. Independientemente de nuestros pecados y pasados rotos, si permitimos que Dios nos bendiga y nos use, Él lo hará.