El Ministerio de la Página Impresa
Por tradición el segundo domingo de diciembre se conoce como el “Domingo de la Biblia”. Como muchas otras de nuestras celebraciones anuales, da especial énfasis a lo que debería caracterizar cada semana.
En reconocimiento al Domingo de la Biblia, el primer número del Heraldo de Santidad de cada diciembre se centra en la importancia de la Biblia y los libros en la vida y el servicio cristiano.
Nada en la comunicación del evangelio puede jamás reemplazar el encuentro de persona a persona, frente a frente, cara a cara. Sin embargo, la radio y la página impresa son ayudas invaluables para sembrar la semilla y preparar el camino.
Aunque la comunicación de la Palabra de Dios provino primero de los labios de “santos hombres de Dios” que fueron inspirados por el Espíritu Santo (2 Pedro 1:21), pronto se dio la orden: “Pon esto por escrito en un rollo para que se recuerde” (Éxodo 17:14).
Cualquier concordancia de la Biblia mostrará la gran cantidad de referencias a libros y escritos. Si la Palabra de Dios ha de estar permanentemente disponible para los hombres, debe conservarse en forma escrita.
El evangelio se contará de diversas maneras bajo diversas circunstancias. Pero para que esté permanentemente disponible, debe escribirse.
La evangelización por literatura es parte del potencial de la Iglesia hoy más que nunca. Las prensas de alta velocidad y los métodos modernos de publicación hacen que la página impresa sea una herramienta más eficaz para transmitir la verdad de Dios de lo que ha sido nunca.
Alguien ha dicho que la página impresa nunca se cansa ni se desanima. Viaja a bajo costo y funciona mientras dormimos. Entra en el hogar y se queda allí. Siempre atrapa a la gente en el estado de ánimo adecuado, porque habla sólo cuando la están leyendo. No discute, pero se apega a lo que ha dicho. “Su carnada se deja permanentemente en el estanque”.
Larry Ward escribió un elocuente contraste entre los usos malos y buenos del material impreso:
“A medida que la oscura sombra del comunismo se extiende por el mundo, toma la forma de una imprenta gigantesca... y en todo el globo, literalmente, uno ve evidencia del hecho de que los enemigos de la Iglesia han mojado sus plumas en tinta venenosa y las están usando para extender su influencia a un ritmo aterrador.
“Pero hay un lado positivo, la Iglesia ahora está contraatacando en todo el mundo. Así que oren por el ministerio de la página impresa. No tiene problemas de pasaporte o visa. Habla sin acento. ¡Y mientras las palabras persistan en el papel, Dios puede usarlas para Su gloria!”
La permanencia de la impresión es su aspecto más significativo. Elton Trueblood dice: “Por muy buena que sea la palabra hablada, la palabra impresa es mejor cuando se trata de establecer una fe amenazada, porque la palabra impresa puede ser estudiada. Su gloria reside en su libertad de transitoriedad”.
Hace ciento cincuenta años, Daniel Webster escribió: “Si los libros religiosos no circulan ampliamente entre las masas de este país, no sé qué va a ser de nosotros como nación. Si no se puede difundir la verdad, se difundirá el error… Si el volumen evangélico no llega a cada aldea, lo harán las páginas de una literatura corrupta y licenciosa; si el poder del evangelio no se siente a lo largo y ancho de la tierra, la anarquía y el desgobierno, la degradación y la miseria, la corrupción y la oscuridad, reinarán sin mitigación ni fin”.
La forma del pasado reciente solo sirve para confirmar la profecía del Sr. Webster.
Pero hay una nube de promesa en el horizonte, al menos “del tamaño de la mano de un hombre”. Cientos de librerías cristianas están esparcidas por todo el país. La nueva Guía maestra de compras de 266 páginas de la Nazarene Publishing House (Casa Nazarena de Publicaciones) pone a su disposición una gran cantidad de Biblias, libros y materiales de estudio y enseñanza tan cerca como el buzón más cercano. Contiene recursos inimaginables hace apenas unos años.
La moraleja de todo esto es clara: nunca debemos dejar de dar testimonio de la palabra de verdad con nuestra vida y nuestros labios; tampoco debemos descuidar el uso que le damos a la página impresa para nosotros y para los demás.
Herald of Holiness 4 de diciembre de 1974
