Una Gracia Inmerecida

Una Gracia Inmerecida

Una Gracia Inmerecida

La gracia de Dios, y solo esta gracia, puede ofrecer salvación a la humanidad. “Y Dios creó al ser humano a su imagen… hombre y mujer los creó” (Génesis 1:27). La humanidad desobedeció y corrompió su relación original con Dios. En nuestro estado caído, no podemos hacer nada por nosotros mismos para recuperar esta imagen y nuestra relación original con nuestro Creador. Ningún esfuerzo que hagamos puede restaurar la imagen de Dios en nosotros. Solo la gracia puede restaurarnos a una nueva relación con Dios a través de Jesucristo. Todo comienza y termina con Gracia.

Debido a la caída, experimentamos la muerte. Dios había advertido a Adán y Eva que seguramente morirían si comían del árbol (Génesis 2:27). Pablo confirmó la condición humana cuando afirmó que estamos muertos en nuestros pecados (Efesios 2:1). Esta condición no fue la intención de nuestro Creador, y sin la Gracia de Dios, no podemos ser restaurados.

Comprender la condición de la humanidad caída lleva a comprender la gracia. No hay nada bueno en la humanidad (Romanos 3:10-12). No podemos sentir placer ni confianza en nuestros esfuerzos por ganarnos el favor de Dios. Dios Padre, en Su infinita bondad envió a Dios Hijo a morir en la cruz por nuestra redención. Los creyentes entienden la gracia cuando se dan cuenta de que es algo totalmente inmerecido.

La Gracia que nos Busca

Dios intervino en nombre de la humanidad, impidiendo que se produjeran todas las consecuencias del pecado y capacitando a cada persona para que le respondiera con fe. Él no nos ha dejado solos e indefensos en nuestra condición de vivir bajo el poder y la contaminación del pecado. La expresión “gracia preveniente” tiene su origen en el latín gratia preveniens, que significa “gracia que va antes”. Gratia Preveniens no es algo, sino que se trata de Alguien que se antepone y se anticipa a cualquier reacción anterior. Se trata realmente de Dios: Él, en Su gracia, va adelante.

Dios nos busca incluso antes de que nos demos cuenta de que nos está buscando. Él ya está allí, acercándose para despertarnos y mostrarnos el camino de la salvación. La gracia nos acompaña y nos precede. La presencia activa de Dios es parte de un proceso que involucra la presencia continua del Espíritu, que nos ayuda a avanzar dentro de una relación que nos sostendrá y nos restaurará a la imagen de Dios. ninguna situación o persona está fuera del alcance de la gracia divina.

La sangre de Cristo proporciona los medios para la redención de cada creyente (Hebreos 9:12). Dios está trabajando activamente en nosotros y con nosotros. La gracia de Dios brinda la oportunidad para la restauración de cada corazón y mente humanos. Esta gracia proporciona un estímulo vital y primario que anticipa cada respuesta humana al mismo tiempo que brinda la oportunidad de responder positiva o negativamente.

El Regalo Amoroso de Dios de la Libertad

Entender esencialmente la gracia como amor es verla como algo relacional. El amor de Dios no fuerza ni coacciona la voluntad humana. Wesley escribe: “El Dios de amor está dispuesto a salvar a todas las almas que ha creado… pero no las obligará a aceptarlo”[1]. Wesley creía que la gracia era un regalo gratuito e inmerecido. La gracia de Dios es fundamentalmente su amor por la humanidad: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito…” (Juan 3: 16a). El don de la gracia de Dios continúa dándonos vida hasta el día de hoy.

El concepto de Wesley que la gracia de Dios preserva la libertad humana para tomar decisiones (de lo contrario, se frustraría Su propósito de restaurar a la humanidad a Su imagen) nos ayuda a comprender mejor nuestra situación actual con respecto a la responsabilidad humana. Wesley, citando a Agustín, dice: “El que nos creo sin nuestra ayuda, no nos salvará sin nuestro consentimiento”[2].

La gente a menudo pregunta por qué todas las personas no responden positivamente a esta gracia. Quizás usted esté pensando en este momento que es a causa del pecado, un poder que puede tomar el control de la voluntad humana (Romanos 6:14). Dios en su amor permite que hombres y mujeres lo elijan libremente. Él permite que la humanidad lo acepte o lo rechace. Las personas desobedecen la voluntad de Dios no por falta de conocimiento sino porque no son obedientes con el conocimiento que tienen. Sin embargo, Dios continúa dando a todos la oportunidad de estar con Él o contra Él. En palabras de Wesley:

Todos tenemos buenas intenciones… aunque la mayoría de las personas las ahogan antes de que puedan echar raíces y llegar a producir buen fruto. Todo poseen algo de esa luz, acaso un tenue resplandor, que tarde o temprano… alumbra a todo hombre que viene al mundo… y todo ser humano… siente cierto grado de incomodidad cuando actúa en contra de lo que le indica su propia conciencia. De modo que el ser humano peca no porque esté excluido de la gracia, sino porque no sabe hacer uso de la gracia que posee[3].

La gracia de Dios, que es su amor, es el principio de todo lo necesario para nuestra salvación. La gracia que justifica es parte de un proceso, precedido por otra dimensión de la gracia que es igualmente importante. Según Wesley, la salvación como parte de un proceso comienza con el primer estímulo que Dios nos da incluso antes de que nos demos cuenta. El amor de Dios es el estímulo original y vital que anticipa la respuesta humana. Wesley llamó a este impulso primordial “Gracia Preveniente”.

La cooperación entre la libertad humana y la divina actúa en la gracia preveniente y luego en la justificación y santificación. Esta asociación sinérgica es importante para comprender que la restauración de la imagen de Dios no se llevará a cabo sin nuestra respuesta. No avanzaremos en la solución de los problemas que hoy nos aquejan si no comprendemos nuestro papel participativo, y compartido con Dios dentro del propósito divino, en todo el proceso de salvación hecho posible por la gracia de Dios.

Marco Velasco es el Decano Académico del Seminario Nazareno de las Américas.

Holiness Today, September/October 2020

 

 

 

Bibliografía

 

Demarest, Bruce. The Cross and Salvation: The Doctrine of Salvation. (Wheaton: Crossway Books, 1997).

Garrastegui, C., Jones, William. Estas Doctrinas Enseño. Guía de Estudio para las Obras de Wesley. USA: Ediciones WHF, 2002.

Harper, Steve. John Wesley’s Message for Today. (Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1983).

Leclerc, Diane. Discovering Christian Holiness. (Kansas City: Beacon Hill Press, 2010).

Maddox, Randy. L. Responsible Grace: John Wesley’s Practical Theology. (Nashville: Abingdon Press,

1994).

Obras de Wesley, ed. Justo L. González. Tomo I, Sermones I; Sermón 1.

Runyon, Theodore. The New Creation: John Wesley’s Theology Today. (Nashville: Abingdon Press,

1998).

The Works of John Wesley, Vol. II, III, IV, VI, XI. (Nashville: Abingdon Press, 1992).

Wesley, John. Sermons (Nampa: Wesley Center for Applied Theology, 1999), http://wesley.nnu.edu/

 

 

[1] John Wesley, “On The Wedding Garment (Sermon 120)”, The Wesleyan-Holiness Digital Library, https://www.whdl.org/wedding-garment-sermon-120. Acceso en Junio 15, 2020.

[2] Citado en John Wesley, The Works of Rev. John Wesley (Las obras del Rev. Juan Wesley) (Kansas City, MO: Nazarene Publishing House, n.d.; y Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1958, ediciones concurrentes), VI, 53.

 

[3] John Wesley, , “Trabajando por nuestra propia Salvación” (Sermon 85), The Wesleyan-Holiness Digital Library, http://whdl.nbc.edu/working-out-our-own-salvation-sermon-85. Acceso en Junio 15, 2020.

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