Obediencia

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Obediencia

El pueblo hebreo, en su búsqueda del sentido de la vida, se caracterizó por tener una orientación práctica antes que especulativa. A diferencia de los griegos, que se esforzaron por explicar razonablemente diversos aspectos relacionados con el mundo de la naturaleza, así como de la existencia humana, desarrollando la filosofía, los hebreos se orientaron hacia la búsqueda de un horizonte de vida más próximo a la experiencia cotidiana, al devenir común de hombres y mujeres en el contexto de relaciones familiares, de amistad y de fe, que proveyeron a la cotidianidad de una dimensión de trascendencia para liberarla del tedio de la rutina. A esta perspectiva se le conoce como sabiduría.

En general, los proverbios, máshál (heb.), conforman ese tipo de enseñanza, breve en su estructura, sencilla en su lenguaje, profundamente enraizada en la atenta observación de ese devenir que llamamos vida y que provee saludables recomendaciones para la vida cotidiana. En el caso particular del libro de Proverbios, es una recopilación de comparaciones, breves enseñanzas de carácter moral, ético, religioso y espiritual, que atesora el largo devenir del pueblo de Israel. No obstante que, en términos porcentuales, solo una mínima parte implicaría un específico contenido de orden moral, tomado en su conjunto, es fácil advertir la presencia de un principio ordenador que permea todo el libro: el temor de Dios.

Proverbios 13:14, es una muestra clara de lo que los biblistas denominan paralelismo sintético, característica peculiar de la poesía hebrea, donde la segunda línea resalta o refuerza la orientación de la primera. Detrás de la sencillez de este proverbio se puede advertir una triple advertencia: La primera, la frase ‘La instrucción del sabio’ (v.14a), alude a aquella perspectiva de la vida que se va forjando como una sumatoria de fe (obediencia) y experiencia.

La fe, no como sinónimo de creencia, sino como compromiso constante con un conjunto de convicciones que se cultivan en el camino de la vida a la sombra de las instrucciones de Dios (Torah). Esto nos recuerda la dimensión moral de nuestra existencia, es decir, la responsabilidad de tomar decisiones que van a tener un impacto en nuestra vida. La segunda advertencia, está conectada con la anterior: ‘La instrucción del sabio es manantial de vida…’ (v. 14b). Aquí el autor está haciendo uso de una figura del lenguaje llamada metáfora. Un manantial se refiere al lugar donde el agua brota naturalmente entre las piedras o de la tierra. Desde esta perspectiva, se nos indica que, cuando nos comprometemos con las instrucciones de Dios, nuestra vida tiene un sentido, un horizonte y puede avanzar, aun en medio de las dificultades, hacia un propósito seguro, lo que redunda en satisfacción, contentamiento o gozo. La tercera advertencia nos recuerda que, además del beneficio de la direccionalidad de la vida, las instrucciones de Dios son: ‘… para librar de los lazos de la muerte.’  (v. 14c). Otra vez, el lenguaje simbólico sirve de vehículo para ilustrar el sentido del mensaje bíblico.

Cuando nuestra fe se cultiva y fortalece en la experiencia (obediencia), vamos desarrollando el discernimiento necesario para identificar aquellos atajos o caminos fáciles que nos ofrecen “alternativas exitosas” en oposición a la obediencia y el compromiso a Dios pero que, finalmente, nos conducen por senderos de frustración, desencanto y hastío que no son sino la otra cara de las sombras de la muerte, ruptura de la relación con Dios, el resultado, una vida sin rumbo, prisionera de las circunstancias y agobiada por las incertidumbres.

Oración: “Ayúdame, Señor, a comprometerme día a día a estar cerca de ti. Amén”.

 

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