Dirección

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Imagínate que está parado con un amigo afuera, mirando el cielo nocturno.

“¡Mira esas hermosas estrellas!” dices, con asombro.

“Lo sé” responde, “¡La constelación de Orión es impresionante!”

“¿Qué?” Entrecierras los ojos.

Claro para uno. Oculto para otro.

Cuando Jesús dijo que algunos ven mientras que otros realmente perciben (Mateo 13:16), no estaba hablando de objetos físicos sino de la realidad espiritual. Los artefactos que rodean nuestras vidas señalan el camino, pero ¿vemos la constelación más grande? Este discernimiento es una facultad de Dios que a menudo no se cultiva, una “competencia” necesaria en el espíritu (2 Corintios 3:3-8).

Estas “estrellas” son experiencias cargadas espiritualmente, iniciadas o confirmadas por las Escrituras, impresiones de la mente en oración y consejos de creyentes maduros. Algunas estrellas son inconfundiblemente brillantes milagros sobrenaturales que ocurren en tiempo real. Otras son más opacas, aparentemente arregladas por Dios para dirigirnos, pero sin claridad. Las estrellas más tenues quedan sin ser ubicadas o a veces, se consideran como coincidencias.

Aún así, Dios guía y dirige. Esta declaración elemental es directa y atrevida. Mi charla sobre las estrellas no es un truco. Es un lenguaje terrenal para una realidad espiritual que debería incitar un motín en tu mente y hacer arder a un creyente con convicción.

Extrañamente, a veces los buscadores más fervientes creen que Dios dirige activamente a las personas que son discípulos desnutridos, cuyas desilusiones pueden haber torcido su fe en el camino. Leonard Sweet nos recuerda en su libro, Nudge (Impulso), cómo los cristianos luchan por creer en un Dios omnipresente. Pensamos en el Padre “en” el jardín, Jesús “en” el cielo y el Espíritu “en” nuestros corazones, sin discernir Su actividad en nuestras circunstancias.

Buscar contenido sagrado en las circunstancias visibles de nuestra vida no es una ilusión esperanzadora. ¡Localiza a un Dios ya allí! Nuestra respuesta al clamor, la guía de Dios, estableciendo una trayectoria para un hogar, una ciudad, una nación y si, una denominación.

Podemos documentar evidencias de la guía activa de Dios en las Escrituras desde Génesis hasta Apocalipsis, que hace eco a través de miles de millones de testimonios durante 2000 años. Un ejemplo fundamental es el apóstol Pablo quien al igual que nosotros, nunca conoció al Jesús material y tuvo que aprender a discernir la dirección de Dios en tiempo real, en asuntos de alto riesgo.

Pablo explicó que una función esencial de la vida del creyente era “administrar los misterios de Dios” (1 Corintios 4:1) ser “Mayordomo” es servir como tesorero, asumir la responsabilidad de los bienes de la fe y utilizarlos según sea necesario. Los misterios a los que Pablo se refiere son dos: El Misterio con M mayúscula es que podemos tener paz eterna con Dios a través de la fe en Cristo; los misterios con “m” minúscula son una variedad de discernimientos que los personajes bíblicos modelan para nosotros.

¿Qué modelan estos personajes bíblicos que es útil para nosotros hoy? Las Escrituras nos enseñan que incluso las palabras y acciones del mismo Jesús fueron guiadas por el Espíritu Santo (Lucas 4:14; Hechos 1:2). Luego Pablo dice: “Sigan mi ejemplo como yo sigo el ejemplo de Cristo” (1 Corintios 11:1), y “Fíjense en los que viven como nosotros” (Filipenses 3:17). Él nos anima a discernir la guía de Dios y “adentrarnos en todos los misterios” (1 Corintios 13:2).

Por ejemplo, Pablo fue “retenido por el Espíritu Santo” de algunos ministerios (Hechos 16:6) e “impulsado por el Espíritu” a otros (Hechos 20:22). La dirección que Pablo recibió de Dios no solo fue personal sino a veces corporativa: “Pareció bien al Espíritu y a nosotros” (Hechos 15:28; 16:10)

Déjame adivinar: tal vez tengas dudas de que podamos ser guiados por el Espíritu com lo fue Pablo. Claro, de alguna manera, Pablo fue una figura irrepetible de necesidad divina. Nunca seré como Pablo de la misma manera que nunca seré juez de la Corte Suprema o batearé una bola de las Grandes Ligas fuera de la barda. Pero no creo que Pablo fuera un super apóstol extraterrestre, cuya experiencia con Dios está fuera de nuestro alcance.

Pablo no difundió la fe cristiana con revelaciones privadas que no están disponibles para nosotros. En el libro que Jerry Sumney, Steward of God’s Mysteries (Mayordomo de los misterios de Dios), él demuestra que aunque Pablo era especial como vocero y misionero, no era necesariamente un adivino de cosas nuevas. Más bien, puede decirse que Pablo reunió y articuló en las regiones donde viajó, creencias ya inspiradas por el Espíritu. Pablo era bastante humano, lleno de inseguridades, enfrentando incertidumbres y necesitado de una dirección clara de parte de Dios en asuntos puntuales (Romanos 9:1; 2 Corintios 2:4). ¿te suena familiar?

Mientras discernimos la guía de Dios, planteo tres advertencias y comisiones:

Advertencia 1: No le asignes una representación sobrenatural a cada cosa natural. Dios es omnipresente y consciente de todas las cosas, no es panteísta y encarna todas las cosas. No somos místicos que creen que creamos una comunión sin filtro con Dios. El rótulo, la canción o el diseño de la leche del café en tu taza es probable  que sea. . solo eso.

Advertencia 2: No adores las señales de Dios, sino solo al firmante (Mateo 16:4). Mientras conduces por la carretera, es posible que veas un cartel que diga “Chicago a 60 millas adelante”. Pero ¿por qué detenerse y admirar el letrero? En su lugar, utilízalo para aumentar la confianza en el camino en el que vas. ¡Acelera hacia dónde Dios te lleve!

Advertencia 3: No hables en nombre de Dios con confianza sin reservas, como: “¡Él me dijo . . . ¡” La experiencia privada está mediada por la conciencia falible, la experiencia y el conocimiento. Tu impresión mental debe verse como una perspectiva o interpretación. En la comunicación humana, decimos que un hablante “implica” algo y un oyente lo “infiere”. Cuando Dios da instrucciones, tu infieres.

Comisión 1: Si ves un patrón de “estrellas”, confirma tu inferencia en las Escrituras. Dios no dirigirá nada que contradiga la Palabra, porque Él no puede estar dividido contra Sí mismo. El mismo Pablo que fue “guardado” e “impulsado” por el Espíritu, también estudió el texto sagrado durante tres años después de su conversión bajo la dirección de Gamaliel, el principal maestro de su tiempo (Hechos 5:34; 22:3). No es de extrañar que Pablo enseñara, “cuida bien tu doctrina” (1 Timoteo 4:13 – 16).

Comisión 2: Confirma en la Oración. Dios se acerca cada vez que oramos (Deuteronomio 4:7) y escucha a los justos pero no a los que hacen el mal ( 1 Pedro3:12). Pablo oraba “continuamente” (1 Tesalonicenses 5 : 16 – 18), a veces “luchando en oración” (Colosenses 4:12). En la oración le decimos cosas a Dios, pero también escuchamos de Él. Pablo oró: “Danos un espíritu de sabiduría y de revelación para que te conozcamos mejor” (Efesios 2 : 15 – 23). Cuando nuestra impresión se relaciona con las Escrituras, nuestra confianza crece para deducir la dirección de Dios.

Comisión 3: Confirma a través del consejo de creyentes maduros. ¿Tu discernimiento “parece bueno al Espíritu y a nosotros” (Hechos 15:28)? La Escritura no requiere unanimidad del 100 por ciento, pero bendice un cuerpo en unidad. Cuando llega la unidad, “allí derrama el Señor su bendición” (Salmo 133:1-3). Si los creyentes maduros dudan de tu inferencia, escúchalos y sigue buscando.

Al discernir las constelaciones de nuestra vida, la tarea no es mirar sino ver y percibir en la capacidad que el Espíritu nos da. Dios guía y dirige. Si, Él lo hace.

Gregg Chenoweth es presidente de Olivet Nazarene University en Bourbonnais, Illinois, EE.UU.

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