Y Este Sera Nuestra Paz
Mientras mi mente trata de encontrar algún pasaje apropiado para escribir acerca del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, mi corazón se siente conmovido con la escena de hace más de 1,900 años en la ciudad de David, Bethlehem. Estoy observando la quietud de la noche cuando los pastores "velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su ganado". Por un lado estaba la quietud del firmamento mientras aquí en la tierra había corazones ansiosos de ver al Mesías. La paz del cielo hacía un contraste significativo con la inquietud de la tierra. Los animales silvestres parecían callar, mientras el ganado se recogía silencioso como si comprendiera que algo iba a suceder.
De pronto, la claridad de Dios cercó a los pastores de un resplandor nunca experimentado, que les sobrecogió de temor. Vieron con sus propios ojos a un ángel del cielo proclamar las "nuevas de gran gozo" destinadas "para todo el pueblo". Inmediatamente de este mensaje de esperanza la Palabra de Dios dice que "repentinamente fué con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, que alababan a Dios y decían: Gloria en las alturas a Dios, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres".
¡Oh! Este es el mensaje más grande que oídos humanos hayan escuchado. Es la voz del cielo revelando a la divinidad quien se dignaba tomar la fragilidad humana para "llevarnos a Dios". Solo una escena se compara a ésta: la escena del Calvario y aun lo que sucedió en el "lugar de la Calavera" es el complemento de lo que sucedió treinta y tres años atrás en Belén de Judea. Sí, todo fué una escena. La escena de la redención humana. El Verbo humanado naciendo para dar su vida "en rescate por muchos". ¡Oh, la gloria de Belen! ¡Oh, la gloria del Calvario!
¿Pero acaso hemos analizado con los ojos de la fe el mensaje de los ángeles? De este mensaje que incluía tres pensamientos diferentes, solo uno se ha cumplido. Los angles cantaron: "Gloria en las alturas a Dios". Esto es un hecho. Dios ha recibido siempre la gloria de sus hijos alrededor del mundo y de sus criaturas en el cielo. "Y en la tierra paz". ¡No! Esto no se ha cumplido. Algunos dicen que ya tenemos paz, y quiero aceptar esto como verdadero. Pero nuestra conciencia no dice que haya completa paz en el mundo. Los hombres desconfían unos de otros. Los armamentos para la guerra siempre han continuado. Las naciones grandes han seguido la ley del "derecho del más fuerte". Hay odio en los corazones, hay amargura en las vidas humanas, hay despecho y sufrimiento en los hombres. "Buena voluntad para con los hombres" es lo que menos existe en el mundo.
Pero acabo de hallar un versículo muy significativo en Miqueas 5:5 que dice así: "Y éste será nuestra paz". ¿Quién es éste sino Cristo, el león de la tribu de Judá, el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin, "el que abre y ninguno cierra y el que cierra y ninguno abre"? Es Jesús el carpintero de Galilea, pero el Hacedor del Universo. Es el Señor de señores, el Rey de reyes. El que convierte el agua en vino; el que aleja la enfermedad, el que resucita los muertos; el que convierte los corazones.
Este Jesús traerá paz. El será nuestra paz. ¿Pero cómo es posible si el mundo le ha rechazado? "A lo suyo vino y los suyos no le recibieron". Sí, es verdad, "mas a los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios". Mi corazón canta con las palabras del himno, “¡Oh gloria inenarrable, prodigio sin segundo!" Cuando aceptamos a Jesús, El nos da la paz. Nos da una paz no de acuerdo con las normas humanas, sino de acuerdo con las normas divinas. El nos da la verdadera paz. El es nuestra paz.
El mundo se desilusiona porque no puede encontrar la solución a los problemas internacionales. Pero la razón de ello es que han hecho a un lado la verdadera paz. Necesitan volver su vista al Calvario. Necesitan bañarse en las aguas cristalinas de la misericordia divina. Necesitan alimentarse con el Pan que descendió del cielo.
Cristo, al ser nuestra paz, nos promete paz en nuestro interior. La vida del pecador es una vida intranquila, pero la vida del cristiano es placentera. La del pecador amenaza muerte, mas la del cristiano promete vida. La del pecador arrastra al infierno, la del cristiano levanta al cielo.
Hermano querido: Cristo Jesús ha nacido en Belén de Judea. Este es un hecho histórico. Peror ¿ha nacido en tu corazón? Este es un hecho espiritual. ¿Quieres encontrarle hoy mismo? ¿Quieres prometerle fidelidad y amor? El te llama. El también puede ser tu Paz. Recíbele y entonces comprenderás el significado del canto angelical porque será el mismo canto que abrigue tu alma. ¡Ven a Cristo hoy mismo!
Honorato Reza
Heraldo, December 1946