Una oración de Jeremías De Jeremías 20:7-18

Una oración de Jeremías De Jeremías 20:7-18

La vida a menudo nos empuja a momentos que ponen a prueba la resiliencia de nuestra fe, dejándonos con preguntas y dudas. Hace cuatro años, mi vida se vio sacudida cuando mi madre sufrió un derrame cerebral y tuvo que ser trasladada de urgencia al hospital. La circunstancia fue particularmente conmovedora ya que ella cayó enferma mientras estaba en la iglesia; me estaba preparando para reanudar los servicios después del cierre inducido por el COVID-19. Aquella fatídica noche de jueves, mientras presenciaba su lucha silenciosa en una cama de hospital, suscitó un sinfín de preguntas. A pesar de creer en el poder sanador de Dios, la paradoja de que ella enfermara en el espacio sagrado de la Iglesia me dejó con preguntas.

El día siguiente su estado empeoró; podía mover parte de su cuerpo, pero no abría los ojos. Mis oraciones por sanidad parecían resonar en un abismo de silencio. La respuesta, o más bien la falta de ella, contradecía la ferviente súplica que había pronunciado, pero un rayo de esperanza se aferraba a lo más recóndito de mi fe. Dos días después, mi madre falleció. Y a raíz del dolor, mis emociones organizaron una rebelión silenciosa contra la soberanía de Dios. En estos momentos, uno a menudo se encuentra atrapado entre el reconocimiento del control de Dios y las ruidosas protestas de nuestros propios sentimientos, una dicotomía que es tan desconcertante como humana.

Volviendo a las Escrituras, encontré consuelo y resonancia en la narración de Jeremías 20, donde Jeremías, a menudo referido como el profeta llorón, expuso sus luchas internas ante Dios. El diálogo transparente honesto de Jeremías con el Todopoderoso proporciona un modelo profundo para navegar las complejidades de la fe. Su autenticidad se convierte en un faro que guía a los cristianos a través e sus dudas, luchas y momentos de lamento.

En nuestro camino cristiano, la duda no es una aberración sino una compañera inevitable. Al abrazar las lecciones de Jeremías, descubrimos que la transparencia con Dios no sólo es permisible sino esencial. El dolor honestamente descrito en los versículos 7-18, conocido como la queja de Jeremías, revela a un hombre que lucha contra las dudas, cuestiona la guía divina y lamenta los desafíos inherentes a su llamado profético.

El contexto más amplio de persecución que enfrentan quienes difunden el evangelio amplifica la resonancia del mensaje de Jeremías. Mientras algunos enfrentan la muerte, otros se ven obligados a soportar la separación de sus familias, una consecuencia de responder al llamado divino. A pesar del juego de espera que juegan los perseguidores, esperando que estos siervos de Dios se cansen y abandonen su misión, la promesa del apoyo divino permanece inquebrantable. Jeremías nos recuerda que incluso en medio de la confusión y la presión, mantener la fe es primordial: “Pero el Señor está conmigo como un guerrero poderoso; por eso los que me persiguen caerán y no podrán prevalecer, fracasarán y quedarán avergonzados. Eterna será su deshonra;     jamás será olvidada. (Jeremías 20:11).

Mientras reflexiono sobre las noches que pasé en el hospital, orando fervientemente por la sanidad de mi madre, admito que me siento confundida y cuestionada. La incongruencia de una mujer temerosa de Dios, siempre dispuesta a ayunar, orar y predicar el evangelio, yaciendo en silencio en una cama de hospital, me dejó perpleja. Como seres humanos, tal vez no siempre comprendamos las acciones de Dios, pero en estos momentos la transparencia se convierte en nuestro refugio. Es normal sentir dolor y hacer preguntas, pero lo importante es saber hacia dónde dirigir estas inquietudes.

A ustedes, mis queridos hermanos y hermanas, en medio de sus singulares caminos cristianos, ante la incomprensión, cuando todo parece no tener sentido, les animo a tener transparencia con Dios. El camino cristiano está plagado de dolor, pérdidas y preguntas; sin embargo, la transparencia mostrada por el profeta Jeremías nos sirve de lección. ¿Eres transparente con Dios? La sinceridad de la comunicación de Jeremías se convierte en una inspiración para los cristianos que atraviesan sus luchas, dudas y momentos de lamento. Una relación genuina con Dios es la piedra angular de nuestro camino cristiano.

Que se nos recuerde constantemente que buscar comprensión, hacer preguntas y mantener un diálogo abierto y honesto con Dios no sólo es aceptable sino crucial. Incluso en nuestros momentos más profundos de lamento, Él es nuestro refugio y fortaleza. Así que aférrese a su fe en medio de la confusión y la presión, porque su presencia es inquebrantable.

 

Celeste Chaguala y su esposo, Admirado, son misioneros en asignación global y actualmente sirven en Costa de Marfil, África.

 

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