Martín Lutero

Martín Lutero

Al considerar el linaje teológico de la Iglesia del Nazareno no podemos omitir a Martín Lutero (1483-1546), un reformador protestante de Alemania. En un momento de crisis en la iglesia, Dios usó a este monje agustino de manera notable. El legado decisivo e importante de la vida y obra de Martín Lutero y de toda la Reforma se basó en sus cuatro enseñanzas principales sobre la fe cristiana: solus Christus (solo Cristo), sola fide (solo por fe), sola gratia (solo por gracia), sola scriptura (solo las Escrituras).

Solus Christus

Solus Christus significa que somos salvos solo a través de Jesucristo. Este primer principio de la Reforma expresa que el fundamento de la fe cristiana no es una doctrina o una cosmovisión o una religión, sino una persona: Jesucristo.

  • Jesús es el fundamento de nuestra fe. La humanidad fue creada a la imagen de Dios (ver Génesis 1:27). Sin embargo, hemos pecado y nos hemos apartado de Dios. Pero Dios no nos abandonó, sino que encontró una forma de tener comunión con nosotros de nuevo, a través de Jesucristo, su Hijo.
  • Jesucristo es también el fundamento de nuestra fe. No solo creemos en la verdad sobre Jesús, sino que creemos en él. La salvación es una relación personal con Dios a través de Jesucristo, mediante la cual Dios nos transforma para llegar a ser más como Jesús.
  • Jesús es también la meta de nuestra fe. La relación con Dios a través de Jesús y la transformación a la semejanza de Cristo significan la vida eterna. La muerte, la paga del pecado, no tendrá la última palabra. Jesucristo es la última palabra. Jesucristo es el Señor. Esa es la primera y fundamental confesión de todos los cristianos.

Sola fide (solo la fe)

Puede que no nos parezca especial hoy, pero para Lutero fue el descubrimiento decisivo de su vida y enseñanza. Él sabía que era un pecador y que Dios era santo. También sabía que Jesucristo era el mediador de la salvación. Pero entendió que Jesús era ante todo un juez del mundo, cuya gracia y salvación debían ganarse. Lutero luchó con esta creencia: ayunó, confesó sus pecados, hizo una peregrinación a Roma, participó en una misa y la lideró, e hizo todo lo posible para llegar a ser digno de la salvación. Pero hiciera lo que hiciera, ¡sabía que no era suficiente! Hasta que un día, mientras estudiaba la carta de Pablo a los Romanos, se dio cuenta de que "el justo vivirá por la fe" (Romanos 1:17c). La salvación a través de Jesucristo no se puede ganar; es un regalo de Dios que los hombres y mujeres pueden aceptar ¡solo por la fe! Esta idea cambió la vida de Lutero.

Sola gratia (solo la gracia)

Este está estrechamente relacionado con el segundo principio. La gracia es un favor inmerecido de Dios. Dios, que es amor santo, no se limita a cerrar los ojos ante el pecado, perdona y olvida, como si no existiera. No, ¡Dios se acerca a nosotros porque ve nuestras deficiencias y pecados! Debido a que el pecado siempre conduce a la muerte, toda la humanidad pecadora debe morir. Pero la gracia de Dios se hizo visible en Jesucristo, quien murió por nosotros y luego resucitó, lo que hace posible la vida eterna. A través de la fe en Jesucristo, podemos participar en lo que él ha hecho, al aceptar el regalo de gracia de Dios para nosotros.

Sola scriptura (solo las Escrituras)

Esta es la idea de que las Escrituras son la fuente de autoridad definitiva para los cristianos. A lo largo de los siglos, muchas enseñanzas se han transmitido en la tradición de la iglesia. Algunas de estas enseñanzas han llevado a abusos (por ejemplo, las indulgencias, dar dinero a la iglesia para que pueda perdonar los pecados). Lutero no aceptaba ninguna doctrina que no estuviera fundada en la enseñanza bíblica. Este fue un inmenso desafío para la comprensión de la iglesia en su época, a la que Lutero confrontó y declaró que no era bíblico, e instó a una reforma total.

Sin duda, la influencia de Martín Lutero se ha extendido a la Iglesia del Nazareno y es una parte importante de nuestro árbol genealógico teológico. Pero, ¿en qué nos diferenciamos de él y por qué? Primero, diferimos en la cuestión de los sacramentos (el bautismo y la Cena del Señor). Según Lutero, la gracia justificadora de Dios se otorga durante el acto del bautismo. Esa no es nuestra comprensión wesleyana del bautismo. No sostenemos que el bautismo imparta la gracia regeneradora de Dios. También diferimos en nuestra comprensión de la Cena del Señor. Mientras que Lutero creía en la presencia real de Cristo en y bajo los elementos (consubstanciación), lo que significa que la gracia de Dios se recibe mediante la participación en el rito, la Iglesia del Nazareno sostiene que la gracia se recibe mediante la fe. Nuestra teología de la Cena del Señor está más cerca de Juan Calvino que de Martín Lutero.

Otra diferencia está en las doctrinas de la justificación y la santificación. Como Lutero, creemos que somos justificados solo por la gracia a través de la fe, solo por lo que Dios ha hecho a través de la persona y la obra de Cristo. Sin embargo, Lutero vio la justificación principalmente como un cambio en nuestro estado ante Dios: somos declarados justos a pesar de que seguimos siendo pecadores. Él creía que un cristiano es siempre pecador y justificado mientras viva. La Iglesia del Nazareno cree que la justificación no es solo una declaración legal, sino también un cambio real dentro de nosotros: nos convertimos en una nueva creación (regeneración). El Espíritu Santo está obrando en nosotros y quiere transformarnos a la semejanza de Cristo. El pecado no necesita reinar sobre nosotros, y no tenemos que pecar deliberadamente. Con la llenura del amor de Dios a través del Espíritu Santo, el pecado es eliminado en la entera santificación.

La misión de Dios es la renovación de su creación a la imagen de Dios (en semejanza a Cristo). Al estar llenos del amor de Dios, queremos hacer una diferencia en nuestro mundo al participar en la misión de Dios, dondequiera que estemos, para ¡hacer discípulos semejantes a Cristo en las naciones!

Klaus Arnold es director de Educación Global y Desarrollo Ministerial.

 

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