Escuchando para Sanar

Escuchando para Sanar

Elisabeth* dice que el peor día de su vida fue cuando aceptó que la llevaran a casa desde la escuela. “Nunca olvidaré ese mal día, que casi acaba con mi vida y mis sueños”, explica. El viaje fue un pretexto para secuestrar a Elisabeth y convertirla en esclava sexual. Pasó un mes de intensas negociaciones antes que su familia obtuviera su liberación. Para entonces, la joven estaba embarazada. Aislada por su comunidad por el estigma de ser una madre soltera y sin educación ni habilidades laborales. Si Elisabeth y su hija no hubieran encontrado amor incondicional, sanidad y apoyo práctico en un centro de escucha Nazareno, un espacio donde la gente puede ir a hablar con psicólogos capacitados, no habrían tenido más opción que pasar la vida en la pobreza.

 

UNA HISTORIA DE MUCHAS

Ojalá la tragedia de Elisabeth fuera única. Pero la República Democrática del Congo (RDC) ha soportado décadas de violencia alimentada por la guerra civil. La inestabilidad política y social ha atrapado a las personas en la pobreza extrema y quienes viven en la pobreza, son blanco fácil para los traficantes de personas. Según el Banco Mundial la RDC es uno de los cinco países más pobres del mundo; el 73 por ciento de los congoleños vive con menos de $1.90 dólares americanos por día. Los traficantes  secuestran a los vulnerables para trabajos forzados y prostitución o para sus milicias. Después de escapar, los sobrevivientes experimentan un sufrimiento de salud mental a largo plazo, que a menudo también afecta su salud física. La violencia sexual y el tráfico también desgarran a las comunidades, cuando las sobrevivientes regresan a casa embarazadas, como Elisabeth, son rechazadas por sus amigos y familiares, aislándolas más, justo cuando más apoyo y amor necesitan.

 

ESCUCHANDO PARA SANAR

La escolarización de Elisabeth se vio interrumpida cuando quedó embarazada y decidió quedarse con su hija y criarla. Sin educación, su esperanza de encontrar un buen trabajo para mantenerse a si misma y a su hija se hizo añicos. Entonces Elisabeth encontró un centro de escucha Nazareno. Los centros de escucha son un concepto innovador de los nazarenos locales que vieron a muchos de sus amigos y vecinos ser víctimas del tráfico y la violencia sexual. “Dijimos: ‘Hagamos algo para enseñar a la gente a evitar ser secuestrada en Goma’”, explicó Didas Bahunga Kwabo, coordinadora de MNC en Kivu Norte Central. Los centros se sostienen en cuatro pilares: prevención, protección, denuncia y colaboración.

  • Prevención: El personal enseña a las personas de la comunidad cómo evitar convertirse en víctimas junto con capacitación en defensa personal.
  • Protección: El personal brinda espacios seguros y privados donde los sobrevivientes de trauma experimentan aceptación y sanidad, reciben tratamiento médico y de salud mental, apoyo espiritual y aprenden habilidades laborales.
  • Denuncia: Los equipos conectan a los sobrevivientes con asistencia legal en la búsqueda de justicia.
  • Colaboración: Los centros se asocian con ministerios del gobierno en campañas contra la trata, así como en el asesoramiento y apoyo a los sobrevivientes. También se asocian con organizaciones cristianas y otras instituciones como hospitales, en varios esfuerzos para servir a los sobrevivientes.

“Durante la trata, las víctimas son privadas de su dignidad, libertad y movimiento”, escribió Didas. “Pero [aquí] sienten el calor de estar acompañados, asistidos médica, psicológica y espiritualmente”.

 

RECUPERANDO UN SENTIDO DE CAPACIDAD

Sin embargo no es suficiente escuchar y amar incondicionalmente a los sobrevivientes, dijo Didas. Deben reclamar su propia dignidad y capacidad. Equiparlos con nuevas habilidades puede satisfacer esa necesidad. El personal entrevistó a numerosos sobrevivientes, en su mayoría mujeres, para preguntarles qué era lo que más necesitaban. Muchas solicitaron clases de costura para poder ser autosuficientes y mantener a sus familias. Otras señalaron que aprender a leer y escribir debería ser lo primero. “Las personas que no saben leer y escribir no conocen sus derechos y no saben cómo luchar por sus derechos”, señaló un participante. El centro ahora ofrece talleres de costura y alfabetización. Elisabeth aprendió costura y catering, obteniendo una certificación que la ayudará a conseguir un trabajo.

 

LAS IGLESIAS HAN ENCONTRADO SU LLAMADO COMPLETO

Antes de lanzar los centros, las iglesias locales estaban más enfocadas en predicar el evangelio. Pero los nuevos centros de escucha los llevaron “del púlpito a los márgenes”. Caminar junto a los sobrevivientes los ha “despertado” de la pasividad frente a los males sociales aparentemente insuperables, a la actividad. Los centros de escucha, explicó Didas, están ayudando a la iglesia a vivir el amor profundo y permanente de Jesús por los “desatendidos, abandonados y olvidados . . . aquellos que han sido abusados y rechazados en la sociedad”. “Estoy agradecido con la Iglesia del Nazareno por la ayuda que recibí después de haber sido traumatizado por los secuestradores”, dijo un sobreviviente. “Por la gracia de Dios he pasado de estar sin esperanza a tener plena confianza”.

 

Gina Pottenger es una escritora y estratega de comunicaciones que ha trabajado con Ministerios Nazarenos de Compasión.

 

 

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