Ley y Evangelio
La salvación que recibimos de Dios, es un regalo de su gracia y por ello toda nuestra vida es transformada. La mayor motivación para vivir la vida cristiana es el resultado del sacrificio de amor de Dios por nosotros. Si le amamos a Él guardaremos sus mandamientos. Queremos complacer a Él porque Él nos alcanzó en su amor y misericordia para salvarnos mientras éramos pecadores condenados por incumplir con sus Leyes. Por lo tanto, queremos de todo corazón amarlo y complacerlo solo a Él.
Conocemos las buenas noticias mediante la Biblia, sin embargo, también encontramos la ley de Dios en ella. La Ley de Dios es el modelo perfecto para la humanidad. La ley tiene estándares tan altos que nadie puede cumplirla en su propia fuerza y propósitos personales, de hecho, la Ley señala y declara que todos somos culpables de pecado. Hemos fallado en ser lo que Dios exige que nosotros seamos. "Pero las Escrituras declaran que todos somos prisioneros del pecado, así que recibimos la promesa de libertad que Dios hizo únicamente por creer en Jesucristo." (Gálatas 3:22 NTV). Allí radica la buena noticia y es que, Dios por su gracia nos redime para anunciar las buenas nuevas.
Muchos años tuve una comprensión incorrecta de la salvación. Creía que la vida cristiana consistía en cumplir reglas y preceptos de la iglesia. Sentía que no podía cumplir con todo hasta que comprendí que el evangelio es un mensaje de libertad, que la salvación de Dios se hace realidad porque hizo que Cristo, quien nunca pecó, fuera la ofrenda por nuestro pecado, para que nosotros pudiéramos estar en una relación correcta con él por medio de Cristo. No es algo que acumulamos, un mérito o un beneficio por nuestra virtud, porque somos pecadores. Sin embargo, Jesús cumplió perfectamente la Ley y la justicia divina proveyendo la salvación al pecador que se arrepiente y cree en Él.
La ley nos muestra que hemos pecado y que no hemos alcanzado la gloria de Dios, también nos revela nuestra desesperada necesidad de su gracia, tanto antes como después de la salvación. Los grandes santos de la historia vieron tres funciones buenas para la ley: Es un espejo que expone claramente nuestro pecado; revela la voluntad de Dios como una guía para la santificación; y restringe el mal en la sociedad.
Las personas a nuestro alrededor viven esclavas del pecado. Intentan ser libres de muchas maneras y encuentran ofertas que parecen atractivas y esperanzadoras: Antiguas y nuevas religiones que dan salidas fáciles al sufrimiento, sin embargo, son temporales. Ofertas atractivas de una vida de confort pero que no llenan el vacío del corazón, entre tantas otras. La Biblia nos invita a celebrar al Señor por su gran bondad para con nuestras vidas y así como hemos sido beneficiados con la salvación por aceptar las buenas noticias, también nos desafía a anunciarlas de manera constante y en todo lugar.
¿Qué vamos a hacer con las buenas nuevas?
Eduardo Velazquez es Asuntos Académicos-Decano en Seminario Teológico Nazareno del Cono Sur.