Un Hijo de Abraham

Un Hijo de Abraham

Un Hijo de Abraham

Muchas colecciones de historias bíblicas para niños que he visto y usado incluyen la historia del hombre de baja estatura de Jericó (Lucas 19:1-9), incluso hemos cantado una canción que enfatizaba la estatura del hombre. Cuando enseñaba en la escuela dominical a los niños, me cautivó su interés en la prontitud de Zaqueo para retribuir a los demás.

En ese entonces no lo sabía, pero los científicos nos dicen que fomentar el interés de los niños por las cosas pequeñas, los animales pequeños y las personas pequeñas es una buena pedagogía porque desarrolla en ellos un instinto de cuidado. A este punto, no sé qué tan bien me fue con la historia. Lo que sí sé es que el cuidado es un subproducto en el centro del hermoso relato del Evangelio.

Es fundamental que no pasemos por alto el hecho de que el centro de la historia es Jesús y no el intrigante hombre bajo de estatura. En la mente de los conciudadanos de Zaqueo, él podría haber representado su esperanza de equilibrio en su sistema político, y esto podría haberlo hecho tolerable. En la historia de Lucas, la visibilidad del hombre próspero ni siquiera se puede atribuir a su innegable competencia y espíritu empresarial.

Generalmente Zaqueo era conocido como un pecador. Jesús lo llamó “hijo de Abraham” no para insinuar que de repente se volvió perfecto, sino que la salvación de Dios también lo incluía a él. Bajo el pacto de Dios con Israel, los hijos de Abraham eran aquellos nacidos en la nación de Israel a quienes Él prometió salvación y liberación.

Antes de que Jesús llamara a Zaqueo hijo de Abraham, Juan el Bautista usó este nombre con un significado especial. “Muchos acudían a Juan para que los bautizara. ¡Camada de víboras! –les advirtió-. ¿Quién les dijo que podrán escapar del castigo que se acerca? Produzcan frutos que demuestren arrepentimiento. Y no se pongan a pensar: “Tenemos a Abraham por padre”. Porque les digo que aun de estas piedras Dios es capaz de darle hijos a Abraham”. (Lucas 3:7-8).

Jesús le dio a las palabras de Juan un inmenso significado cuando, en respuesta a la confesión y el arrepentimiento de Zaqueo dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que este también es hijo de Abraham” (Lucas 19:9). La identidad de la que hablaban Juan y Jesús, ser hijos de Abraham, no viene por medio de la sangre o la carne, el linaje o la historia, el esfuerzo personal o colectivo, ni nada que podamos concebir de nosotros mismos.

La falta de voluntad de Israel para cumplir lo que Dios prometió a través de Abraham no puso fin al plan de salvación porque Dios cumplió su misión a través del nacimiento, muerte y resurrección de Jesús. El hecho de que no solo los Evangelios sino también los profetas llamaran a Jesús hijo de Abraham hace que la historia de Zaqueo sea aún más poderosa. Aquí esta lo que dijo Jeremías: “En aquellos días y en aquel tiempo, haré que brote de David un renuevo justo, y él practicará la justicia  y el derecho en el país. En aquellos días Judá estará a salvo, y Jerusalén morará segura. Y será llamada así: el Señor es nuestra Justicia” (Jeremías 33:15-16).

El nombre “Hijo de Abraham” expresa el carácter de Abraham. Pablo se refiere a él como un modelo de fe. Él dice: “Por tanto, Abraham es padre de todos los que creen, aunque no hayan sido circuncidados, y a estos se les toma en cuenta su fe como justicia. Y también es padre de aquellos que, además de haber sido circuncidados, siguen las huellas de nuestro padre Abraham, quien creyó cuando todavía era incircunciso”. (Romanos 4:11-12).

No conocemos el guion completo de la conversación que Jesús y Zaqueo tuvieron después de la recepción “gozosa”. Sin embargo, el resumen – “Hoy ha llegado la salvación a esta casa (Lucas 19:9) – nos dice que el pecador debe haberla “alcanzado” después de ser movido por la gracia de Dios a “ver quién era Jesús”. (Lucas 19:3), y que la fe lo movió a responder positivamente a la dirección y oferta de Jesús. Tal fe no fue desatendida. Al igual que la de Abraham, la fe de Zaqueo fue contada por justicia porque “Al que no trabaja, sino que cree en el que justifica al malvado, sele toma en cuanta la fe como justicia” (Romanos 4:5).

Este hijo de Abraham no se guardó el gozo de la salvación para sí mismo. Serio al respecto y dándose cuenta de su valor incalculable, estaba listo para actuar espiritual, moral y éticamente dando casi todo para hacer una diferencia en las vidas de aquellos contra los que había pecado. El poder de la respuesta de Zaqueo a Jesús es evidente en la forma que obedeció a Jesús, tanto al darle la bienvenida a su vida como en su resolución de dar fruto de arrepentimiento.

Incluso antes de que comencemos a experimentar el alcance de la salvación, podemos actuar como hijos de Abraham. Richard E. Howard, en su libro Newness of LIfe (Novedad de Vida), hizo un comentario simple pero poderoso sombre Romanos 5:10 al decir: “Es el hombre como pecador el que puede por la fe en la Cruz, estar ante Dios reconciliado.  . . . (Él) no sigue siendo un pecador. La gracia de Dios hace un cambio dentro de él. Pero el orden no debe invertirse[1].

La verdad es que hemos sido salvados para convertirnos en agentes del amor de Dios. No es suficiente testificar solo a nuestra comunidad eclesial sobre la libertad de la salvación. Sin duda, nuestra justicia está en Jesús, por la fe, pero debe vivirse plenamente tendiendo la mano al mundo con actos de restauración y frutos de arrepentimiento y transformación.

Eugenio Duarte es Superintendente General de la Iglesia del Nazareno.

Holiness Today, noviembre/diciembre de 2020

 

[1] Richard E. Howard, Novedad de Vida (Kansas City: Beacon Hill Press, 1975), 87.

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